Cuando tenemos delante nuestro el escrito que se debe analizar, y antes de comenzar por el estudio detallado de cada uno de los rasgos, habrá que observarlo detenidamente y anotar esa primera impresión que se obtiene al verlo en conjunto. Y de este modo podremos darnos cuenta si es armónico o confuso, si posee vivacidad o es monótono, si el tipo de escritura es muy personal o se inspira en algún estilo caligráfico, podemos anotar si nos agrada o desagrada, no en función de criterios estéticos, sino de la energía que trasmite. Muchas veces esta primera impresión, si se sabe interpretar, nos permite desarrollar el estudio con mayor seguridad.
O sea que en este primer vistazo, si somos lo suficientemente atentos se podrá captar la esencia del escrito, no a partir de su contenido, sino de su melodía y ritmo de conjunto, como si se tratara de una sinfonía. Lo importante es la materia, el trazo continuo o discontinuo: la huella del gesto.
El grafo análisis, en cierto modo, puede considerarse un estudio de la mímica y la expresión de una persona más allá de sus palabras... Alguien puede decir...”Me siento bien”... pero vemos que su tono de voz es crispado y su expresión facial está tensa... o sea que nos damos cuenta que su mensaje verbal no coincide con su tono.... la grafología consigue lo mismo estudiando las marcas unitarias de rasgos aparentemente contradictorios o deshilvanados. Esta primera valoración de un texto manuscrito, equivale a la primera impresión que se obtiene tras el encuentro o entrevista personal. En grafología esta impresión no debe ser determinante, por ello debe pasarse inmediatamente al estudio pormenorizado de los detalles más significativos.
Tras este primer vistazo, tendremos que evaluar el escrito en “positivo o negativo”.
Una escritura puede ser muy cuidada y bonita, pero artificial y convencional, mientras que otra más irregular y extraña será para nosotros más interesante por su vivacidad y carácter.
Un texto positivo nos va a indicar que su autor se adapta bien a su entorno y posee una idea bastante mesurada de sí mismo, sin patologías ni conflictos graves. Por el contrario, un texto negativo advierte de los posibles problemas de adaptación que puede padecer su autor y de las repercusiones que puede tener en su personalidad. No obstante, tenemos que considerar la positividad y la negatividad como criterios orientativos, no como valores determinantes de la persona. No podemos emitir ningún veredicto a partir de ellos, pues en la mayor parte de los casos no llegan a manifestarse por completo en un texto, sino suelen combinarse. La importancia de este primer análisis radica precisamente en el predominio de uno sobre otro y en la relación que se establece entre ellos. Tenemos que tener en cuenta la presencia de determinados elementos gráficos y la intensidad y la frecuencia con la que aparecen en el escrito. No es lo mismo un escrito en el que haya sólo una tachadura que otro en que haya muchas, ni tampoco uno en el una pequeña mancha de tinta afee una letra que otro en el que los rasgos son torpes y pastosos.
Una vez que logremos determinar la positividad o negatividad del escrito tendremos las pautas para el posterior estudio del texto.
Margarita Moreno
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